Porque por mucho que las empresas se organicen, siempre se apuran los plazos hasta el último momento. Presentar algo en el último día es un riesgo, puesto que es complicado acceder. Ya sea por unas comunicaciones deficientes, porque los servidores no pueden aceptar tantas peticiones de forma recurrente, o por otros motivos se produce un cuello de botella.
Además en caso de no poder presentar a tiempo no sirve de nada recurrir. La respuesta siempre suele ser similar, incluso aunque haya habido un problema técnico que ha provocado el fallo de acceso, el plazo para presentar es muy amplio y siempre de ha podido presentar en otros momentos. Lo peor en que en muchos casos encima tenemos una sanción o recargo.
Siempre se puede recurrir, pero parece que no se atienda a razones y lo que se busca es que la pyme desista en su reclamación, incluso aunque esto implique que la propia administración está incumpliendo alguna ley. El problema es que en estos casos la mayoría de las empresas prefiere no seguir presentando recursos, ya que la tramitación de los mismos les cuesta más que la propia multa que les han puesto.
Al final es algo que afecta a muchas empresas. Ante cualquier problema la administración electrónica se desentiende y no tenemos a quién recurrir llegado el momento. Es cierto que en general el funcionamiento es bueno, pero es necesario pulir todos estos detalles. No sólo la pyme tiene que cumplir con sus obligación, la administración también tiene que hacer sus deberes.
FUENTE: PYMES Y AUTONOMOS