Desde que en 1932 se descubriera el primer yacimiento de petróleo, la isla de Bahréin se ha beneficiado de los ingresos del oro negro. Esto ha permitido que el país haya desarrollado un modelo económico que combina la libertad comercial y la apertura al exterior con la existencia de fuertes monopolios en sectores como el petrolífero, las telecomunicaciones o el transporte aéreo.
En los últimos años, los cambios más importantes han surgido a partir de la rebelión contra la monarquía en 2011. Estos disturbios consiguieron que el Gobierno reaccionara implantando un importante programa de gasto social. Pero la reciente bajada de los precios del crudo -que suponen el 80% de los ingresos estatales-, ha provocado que se tengan que reducir algunos de estos planes y aumente el malestar entre la población. Esta inestabilidad política amenaza las previsiones de crecimiento del PIB para los próximos años.
Los problemas por el estado de los Derechos Humanos en la zona han provocado que tanto Bahréin como el resto de Estados del Golfo no hayan firmado un acuerdo de libre comercio con la Unión Europea. Los productos procedentes de España no tienen que pagar arancel si se trata de materias primas, maquinaria y equipo para las fábricas locales, pero tienen que abonar el 5% en el caso de la mayoría de los artículos y el 100% si son bebidas alcohólicas o tabaco. Para hacer negocio en el país, la mayor dificultad para las empresas suele ser encontrar a un socio local, que normalmente exigirá contratos en exclusiva.
Actualmente, Bahréin ocupa el 65º puesto en la lista del informe Doing Business, superando ligeramente a los países vecinos. Su principal ventaja es que posee uno de los sistemas fiscales más laxos del mundo, puesto que no existe Impuesto de Sociedades ni IVA. Sin embargo, para crear una empresa es necesario cumplir con varios trámites administrativos que resultan mucho más fáciles si se dispone de un intermediario local con buenos contactos en la Administración.
Salvo excepciones en sectores concretos, no existen límites a la inversión extranjera. El principal inconveniente para las compañías viene por la obligación de contratar a un porcentaje -variable en función del tipo de empresa y su actividad- de empleados locales, lo que obliga a invertir en su formación y contratación. Por último, tampoco existen impuestos sobre la renta personal ni para la repatriación de beneficios.
Comportamiento cortés
La hospitalidad es un aspecto esencial de la cultura del país, por lo que se debe evitar cualquier signo de descortesía. Además, hay que evitar gestos como cruzar las piernas o apuntar con el pie a la otra persona. A los bahreiníes no les gusta dar una respuesta de forma seca y directa -especialmente si es negativa-, por lo que es habitual que opten por fórmulas indirectas. Para las entrevistas de negocios, el inglés es el idioma más habitual.
Zumoval: "Son expertos en manejar el tiempo a su favor"
Los distribuidores bahreiníes contactaron con Zumoval cuando empezó a exportar a Arabia Saudí. "En los inicios encontramos un marco jurídico muy rígido, pero en los últimos años se ha desarrollado una infraestructura que anima a los negocios", destaca Emilio Martí, gerente de la empresa. Según explica, hay que respetar las tradiciones de los socios locales y evitar las cuestiones polémicas. "Son expertos en manejar el tiempo a su favor y obtener ventaja de cualquier aspecto que no se haya precisado", añade Martí. Actualmente, la firma factura 200.000 euros anuales en Bahréin, que también sirve como plataforma de entrada a los países del Golfo Pérsico gracias a sus facilidades logísticas.
FUENTE: EXPANSION