Cuando el concurso de acreedores es solo un punto y seguido
20 de diciembre de 2018
Cuando el concurso de acreedores es solo un punto y seguido
A pesar de que la legislación reforzó su papel de tabla de salvación para pymes y autónomos, el procedimiento concursal aún carga con el estigma de símbolo del fracaso y sigue desaprovechado
La crisis dejó a muchas personas en situaciones realmente comprometidas, en especial a autónomos y pequeños empresarios que acabaron con grandes deudas porque a su vez no recibieron el pago de sus trabajos y no pudieron hacer frente a sus facturas. Solicitar el concurso de acreedores es una salida para muchas de estas personas pero sobre todo supone «darles una segunda oportunidad para que vuelvan a ser productivos para la sociedad», explica a ABC el economista alemán Raphael Nagel. Recuerda que en España hay entre dos y tres millones de personas sobrendeudadas y solo se realizan 2.000 procedimientos de concurso de acreedores al año cuando «en Alemania superan los 100.000». Cree que existe «poca empatía por quien fracasa» y que la sociedad debe ayudar a la gente para que «vuelva a empezar». Es normal oír hablar de concurso de acreedores cuando se trata de las grandes empresas, «a ellas sí se las permite que fracasen y desaparecen», añade.
Para explicar el mito que sigue siendo este procedimiento legal, Raphael Nogal ha logrado juntar a 13 magistrados en el libro «Visión concursal», donde divulgan su conocimiento sobre la absolución de las deudas dejando un mensaje de esperanza para todos aquellos que viven una difícil situación. Uno de ellos, Carlos R. Puigcerve, inspector delegado del Servicio de Inspección de CGPJ, ha llevado muchos casos en el juzgado de primera instancia de personas físicas no empresarias mientras que cuando se trata de autónomos y empresarios lo llevan los juzgados de lo mercantil. «No me explico como algo tan potente, tan fantástico, no inunda nuestros juzgados. La gente reclama los gastos del notario de las hipotecas, de la maternidad... pero ¿sólo hay 2.000 personas víctimas de la crisis que no se han recuperado?», se cuestiona. Tal y como explica a ABC, cree que «se debe al desconocimiento tanto de los deudores como de los profesionales. Hace falta formación al respecto de abogados, jueces y ciudadanos. Este sistema es maravilloso para limpiar pasivos, deudas», añade.
Segunda vida
En el 2015 se instauró la llamada Ley de la Segunda Oportunidad para facilitar a las personas físicas, autónomos, familias, y particulares que puedan librarse de sus deudas y afrontar una nueva vida personal y profesional. «He visto casos dramáticos producidos por diferentes motivos como quedarse en el paro, caer enfermo, reducciones de sueldo… todo te lleva a no poder asumir tus gastos», matiza Carlos R. Puigcerve. «Con la Segunda Oportunidad primero debes liquidar tus bienes y luego se te perdonan las deudas y puedes empezar de nuevo», puntualiza. En una fase previa se intenta llegar a un acuerdo en los pagos pero cuando esto no ocurre se presenta la solicitud del concurso consecutivo. «Es ver lo que tiene la persona embargable, convertirlo en dinero y pagar lo que se pueda», explica Carlos R. Puigcerve. Uno de los requisitos para tener el perdón de la deuda «es que en tu concurso de acreedores no se califique como culpable», explica. Cuando existe patrimonio del deudor se vende y se obtiene el dinero para pagar los créditos por este orden: privilegiados, ordinarios y subordinados. El 60% de las solicitudes que pasan por este magistrado «no tienen un solo bien y en estos casos el legislador tiene en cuenta si has destinado una parte de los ingresos embargables a pagar tus deudas». Existe una exoneración inmediata y otra que lleva cinco años.
Los magistrados que han participado en el libro coinciden en señalar que «hay que buscar la profesionalización» en el concurso de acreedores, subraya José María Tapia López. Y creen que es importante que exista un manual para orientar a los magistrados ya que a muchos de ellos les llega uno o dos casos de esta dimensión.
Deudas de 300.000 euros perdonadas
Una serie de circunstancias llevaron a Javier F., de Badalona, a una situación insostenible, con deudas de 300.000 euros y amenazado cada vez que salía a la calle. «Entré en depresión, no quería salir e incluso llegué a pensar en suicidarme», reconoce a ABC. Javier es autónomo: «Hago reformas y trabajos que me van saliendo», asegura, y la vida le ha dado una segunda oportunidad después de que viese todas sus deudas perdonadas al presentarse a un concurso de acreedores. «Yo no me lo podía creer pero afortunadamente ya no tengo la mochila que tenía y a mi hijo no le falta de nada», reconoce. En el 2005 Javier trabajaba en el mundo de la construcción y ganaba fácilmente entre 4.000 y 5.000 euros al mes.
Compró una casa donde vivía con su mujer y su hijo. Años más tarde todo se volvió en su contra. Ya sin trabajo quiso ayudar a su madre, que tenía un bar, y pidió un préstamo para sacar adelante dicho negocio. Esa ayuda no resolvió los problemas: «Se me echó encima el préstamo que el banco a su vez había vendido a un fondo buitre», explica. Su casa quedó embargada y el bar acabó por cerrar pero debiendo dinero a muchos proveedores. Su mujer le pidió el divorcio y unos 500 euros de los 1.500 que ganaba se los embargaban para pagar las deudas, «pero yo no lograba hacer frente a todos mis gastos». A través de la Fundación Nagel se enteró de la existencia del concurso de acreedores y en un año ha logrado cerrar la etapa más dura de su vida. «Mucha gente no sabe que es posible esta solución, haría falta más difusión», se lamenta. Además, no ha perdido su casa porque le quedaban 200.000 euros por pagar del préstamo hipotecario y si la vendía le pagaban solo 90.000 euros (los efectos de la burbuja inmobiliaria).