Aún queda camino por recorrer. Eso es cierto. Pero también hay espacio para el optimismo. Al menos, del último informe Global Entrepreneurship Monitor 2015 se puede interpretar una cierta estabilización en la actividad emprendedora española que sitúa a nuestro país en la media de los estados europeos con emprendedores motivados por las oportunidades.
El informe, que se presentó ayer por el Centro Internacional Santander Emprendimiento (CISE), la Asociación RED GEM España, la Fundación Rafael del Pino y Banco Santander, a través de Santander Universidades, asegura que la Tasa de Actividad Emprendedora (TEA), que mide las iniciativas con menos de 3,5 años de vida, continúa con el incremento que comenzó en 2014, alcanzando el 5,7%, lo que permite percibir una cierta mejora en las oportunidades para iniciar un negocio. Un porcentaje que supone cierta estabilidad en estos años en los que el entorno económico no ha acompañado, pero están aún por debajo de los que se registraron antes de la crisis, entre 2006 y 2008, cuando la TEA llegó a superar el 7%. Unos valores que, además, hacen que España permanezca por debajo de la media de los países impulsados por la innovación (que rondan el 8,5%), pero por encima de otros como Italia o Alemania.
El estudio también refleja el cambio de guión del emprendimiento en España que, a comienzos de la crisis, repuntó movido por la necesidad y ahora la tasa más alta corresponde a emprendedores por oportunidad. Aun así, el perfil tipo de los nuevos negocios que se generan en España corresponde al de una empresa de pequeño tamaño (entre uno y tres empleados), que presta servicios a consumidores locales, con poca vocación innovadora (30% aporta iniciativas nuevas) y sin aspiraciones de internacionalización a corto plazo.
Educación
Un bache que habría que superar. Y generar una cultura start up sería la mejor solución. Eso sí, no a corto plazo. Habría que salvar escollos tan enraizados en nuestra sociedad como la aversión al riesgo que produce conclusiones como las obtenidas en el informe GEM 2015 que podría evidenciar que "la sociedad española tiende cada vez a valorar menos el éxito de las personas emprendedoras. Una explicación que podría estar vinculada al coste-beneficio que ello supone o tal vez porque emprender es visto como una profesión con mayor riesgo". Un miedo a fallar que no sólo viene de la mano de una cultura que lo ha penalizado, sino también por la dificultad de encontrar apoyo al emprendedor (tanto económico como de cualquier otro tipo) que, según los expertos con los que se ha elaborado el informe, "dibuja un entorno que continúa siendo poco favorable".
A pesar de que todavía estamos en la edad del pavo en términos de emprendimiento, cada vez son más los innovadores que deciden poner en marcha sus compañías porque han hallado una oportunidad que les motiva y no tanto porque no encuentran un puesto en un mercado laboral cada vez más exigente y falto de opciones. Y para muestra, los datos. Según el informe, "el peso relativo de la oportunidad como razón para emprender ha aumentado entre los emprendedores en fase inicial, pasando del 66,1% en 2014 al 73,5% en 2015. Además, aquellos que emprenden empujados por la necesidad ha disminuido hasta el 24,8%, tras alcanzar el 30% en 2013 y en 2014".
Este cambio para los expertos que han colaborado en la elaboración del estudio es "notorio", ya que en los años de crisis económica el peso de los emprendedores por necesidad se había duplicado (desde el 14,8% en 2008 hasta el 29,8% en 2014), mientras que los que ponían en marcha empresas porque habían descubierto una necesidad que cubrir había disminuido sustancialmente desde el 80,1% que se registró en 2009 hasta el 66,1% de 2014. Estas cifras demuestran que la tendencia se revierte y cobra especial relevancia la motivación, clave para un ecosistema emprendedor sano.
Otro de los obstáculos que habría que salvar para poner el escenario emprendedor español en la órbita de grandes como Israel o Silicon Valley, es el de las aspiraciones. Según refleja el informe GEM, gran parte de los negocios iniciados arrancan con un tamaño modesto y con una exigua ambición. "Una gran mayoría de emprendedores evita correr el riesgo de innovar y de penetrar en nuevos mercados". Algo que coincide con la imagen que proyectan otros países del entorno como Alemania y Francia, cuya población de empresas consideradas highgrowth ha oscilado entre el 4% y el 8%, pero que manifiesta un bache importante pues "sin aspiración es difícil lograr un crecimiento real en ninguna empresa".
La innovación en las empresas... no es tendencia
El intraemprendimiento continúa en caída libre. En este último año la tasa de población que ha participado en la creación y puesta en marcha de iniciativas emprendedoras dentro de las empresas para las que trabajan ha disminuido en siete puntos porcentuales, desde el 1,8% que se registró en 2014 hasta el 1,1% en el que se sitúa este año, según el Informe Global Entreprenurship Monitor 2015, presentado por el Centro Internacional Santander Emprendimiento (CISE), la Asociación RED GEM España, la Fundación Rafael del Pino y Banco Santander, a través de Santander Universidades. Esta caída sólo confirma una tendencia a la baja que ya acumula una caída del 33,3% frente a la tasa registrada en 2011 cuando el porcentaje de los empleados emprendedores era del 2,7%. Esto refleja una pérdida de la capacidad innovadora de las empresas. Además, y según el último informe GEM, "el porcentaje de empleados emprendedores es más alto en los países basados en la innovación que tienen un mayor PIB per cápita, como Luxemburgo, Noruega, Suiza y Estados Unidos. Este fenómeno se presenta en economías en las que sus organizaciones promueven iniciativas intraemprendedoras que generan valor económico y social para sus accionistas".
FUENTE: EXPANSION