El sector de la auditoría se reinventa para adaptarse a los nuevos ciclos de la economía y a las necesidades de los clientes, cada vez más globales. Las principales compañías del sector mantienen su foco en la auditoría, negocio que sigue generando el grueso de sus ingresos pero, lejos de permanecer estáticas, se amoldan a la demanda de las empresas, cada vez más globales y digitales, y diversifican sus esfuerzos hacia otras actividades, como la consultoría, el área fiscal o el asesoramiento financiero, reforzando sus equipos.
Las principales compañías del sector, conocidas como big four -Deloitte, PwC, KPMG y EY-, han logrado sortear la crisis económica del país e incrementar año a año sus ingresos. En concreto, en 2015, las cuatro grandes lograron una facturación conjunta de 1.845 millones de euros, un 6,8% más, la cifra más alta desde 2009, cuando mejoraron sus ingresos un 8,8%. Si se toma como referencia el inicio de la crisis, estas compañías han incrementado su facturación un 40% desde 2008.
Los servicios profesionales que ofrecen estas firmas son de dos tipos: los cíclicos, es decir, los relacionados con periodos de bonanza y los anticíclicos, que se potencian en momentos de crisis. Siguiendo esta tendencia, en los últimos años, los servicios más presentes han sido los referidos a la reestructuración de deuda, procesos de refinanciación o los del ámbito del derecho concursal.
Sin embargo, desde el momento en el que se percibieron los primeros signos de recuperación, otros servicios relacionados con el ciclo positivo, como asesoramiento en fusiones y adquisiciones; la consultoría estratégica, de operaciones, de recursos humanos y de Tecnologías de la Información (TI); o en asesoramiento tributario han empezado a ganar peso.
En cuanto al futuro inmediato, las compañías se enfrentan a nuevos desafíos, como la nueva Ley de auditoría, que entrará en vigor en junio y que, entre otras cuestiones, obliga a las compañías a cambiar de firma de auditoría cada diez años. En caso de la auditoría conjunta se permite una prórroga de hasta cuatro años. La normativa alimenta la competencia del sector, tal como demuestran los cambios anunciados ya por las empresas cotizadas. Como ejemplo, en el Ibex, un 25% de las firmas que lo conforman ya han anunciado estos cambios o se preparan para hacerlo. Además de a empresas cotizadas, la norma se aplica también a entidades de crédito y aseguradoras o a cualquier entidad cuya facturación supere los 2.000 millones de euros y los 4.000 empleados durante dos años consecutivos.
Cambios de auditor
Atendiendo a las cuentas de 2015, Deloitte lidera hasta ahora el ránking del Ibex con 16 empresas auditadas, seguida de EY, con ocho, y de KPMG y de PwC, que auditan las cuentas de seis y cinco empresas del Ibex, respectivamente. No obstante, el statu quo actual cambiará a lo largo de los próximos ejercicios. Además, algunas firmas medianas reclaman la aplicación en España del modelo de coauditoría, para conseguir mayor independencia y eliminar la concentración del mercado.
La ley va más allá de las rotaciones y refuerza el papel del auditor. El informe de auditoría incluirá más información sobre los riesgos a las que se enfrentan las compañías. Asimismo, con el propósito de mejorar la transparencia, el informe de auditoría deberá contar con más información y detalle de las cuentas analizadas.
Auditoría interna
Capítulo aparte merece la auditoría interna. La recesión económica y las irregularidades detectadas en algunas compañías han puesto en entredicho la eficacia de los sistemas de gestión de riesgos, el control interno y el gobierno corporativo.
La auditoría interna tiene como misión mejorar el sistema de control dentro de la empresa y ofrecer a la alta dirección garantías de que estos procesos se llevan a cabo de forma eficiente. En este sentido el Código de Buen Gobierno de las cotizadas amplía las funciones de las comisiones de auditoría para detectar riesgos operacionales y estratégicos.
FUENTE: EXPANSION