¿Alguna vez has tenido algún compañero con el que sea desagradable trabajar por su mal olor o porque acude a su jornada sin tener la ropa limpia? Si es así, la empresa puede llegar a poner punto y final a la relación laboral con un despido disciplinario si, previa advertencia, hace caso omiso y continúa con esa actitud.
Y es que este hedor puede llegar a perjudicar a la entidad
mercantil porque si el empleado trabaja de cara al público, puede
hacerle perder clientes, dinero y que, además, sea desagradable para el resto de
los compañeros.
En 2013, un auxiliar de vigilante del parking del hospital de Son
Espases fue despedido por tirarse eructos y ventosidades delante de sus
compañeros. En concreto, “por flatulencias, eructos y cortarse las uñas en la
mesa y dejar restos en el teclado”.
También, en 2018, un juez de Badajoz avaló el despido de un empleado
que dejaba muy mal olor tras ir al baño a hacer sus necesidades. El director de
la empresa había recibido numerosas quejas porque era imposible usar el
servicio y afectaba al trabajo de la secretaria, cuyo puesto estaba enfrente.
“No sé que come este tío, es puro veneno, tiene que estar podrido
porque no es normal”, le decían los otros compañeros.
Fernando
Vizcaíno del Sas, socio del área de laboral del despacho ECIJA, ha explicado a
Confilegal que la falta de aseo en el trabajo se ha considerado un
quebrantamiento de la buena fe contractual y, al amparo del artículo 54.2
del Estatuto de los Trabajadores (ET), una causa justificada de
despido.
Es más, la sentencia más clara que ha encontrado Vizcaíno sobre
este asunto es una dictada por el Tribunal Superior de Justicia de
Madrid (TSJM) en marzo de 2007.
En ella, los magistrados explicaron que esta situación “crea un grave
malestar a quienes han de compartir el espacio vital en el puesto de
trabajo, perjudicando incluso la integridad física y moral de los trabajadores
que han de soportar la falta de higiene de un compañero y que tiene una gran
importancia en la convivencia social y en el rendimiento”.
Pero eso sí, el despido se debe llevar a cabo cuando la empresa haya
dado varios toques de atención y pruebe “de forma muy concreta
que esa falta de higiene es permanente y repetida”, ha explicado Vizcaíno.
También ha recordado otra sentencia del Tribunal Superior de
Justicia de Andalucía (TSJA) de noviembre de 2017. En ella se
consideró el despido disciplinario de un trabajador por abuso de confianza al
considerarle como autor faltas laborales graves consistentes
en faltas de higiene, limpieza o aseo personal. Estaban tipificadas como faltas
graves en el convenio colectivo de aplicación.
MÍNIMO TRES
SANCIONES POR PARTE DE LAS EMPRESAS
Y como el despido es la sanción disciplinaria más grave que existe,
este exige cierta gradualidad.
Ana Gómez, abogada
especializada en laboral y presidenta de la Asociación Nacional de
Laboristas (ASNALA) ha considerado que, al menos, el trabajador debe
cometer esta misma falta 3 veces. Suelen consistir en la suspensión
de empleo y sueldo durante un periodo de tiempo concreto.
Ya que, por una vez, no cree que encaje en la gravedad del despido.
Pero si previa advertencia el trabajador no hace caso, reincide y, además,
tiene un impacto negativo en el negocio al tratar con clientela o proveedores,
sí puede estar justificado.
Aunque eso sí, el número exacto de faltas depende de la empresa porque
cada mercantil tiene un convenio y esta cláusula puede considerarse muy grave
en una pero, en otra, menos grave. Este convenio puede exigir que se vaya al
trabajo con la ropa limpia y bien planchada.
SI ES POR UN
PROBLEMA DE SALUD
¿Pero y si
tiene ese olor por salud? En este caso, tal y
como ha relatado la presidenta de ASNALA, si el empleado lo demuestra con
informes médicos, la empresa podría eliminar cualquier tipo de
sanción que haya en su contra.
«Cuando se trata de un tema de salud no es una conducta sancionable
pero la empresa podrá tomar medidas». Ejemplo de ellas son mover de puesto al
trabajador, siempre y cuando el traslado no suponga un coste excesivo, o, si se
puede, que teletrabaje.
Por otro lado, la dermatóloga Elisa Pinto, jefa de servicio
del Hospital Ruber Juan Bravo, ha explicado a este digital cómo pueden poner
solución a este problema las personas que padezcan fuerte sudoración.
«Hay pacientes que toman una serie de medidas para hacer frente a ello
como, por ejemplo, el uso de botox o tratamientos que consisten en el uso de
antibióticos en la zona de axilas e ingle, que es la que suele tener
olor».
«A VECES ES
TAN SENCILLO COMO TENER UNA BUENA HIGIENE», HAY MEDIDAS SUFICIENTES
La doctora ha explicado que hay dos zonas de sudor. Por un lado, el
corporal de todo el cuerpo, que son las glándulas sudoríparas que están
adaptadas a modificar la temperatura, es decir, a sudar cuando hace calor o se
realiza un sobreesfuerzo físico y, por otro lado, las glándulas en
axilas e ingles.
Éstas últimas comienzan a desarrollarse en la adolescencia, son
«marcadoras de territorio» y liberan un olor concreto. Por ejemplo, cuando los
niños llegan del colegio, huelen a sucio pero no a sudor como tal, pero los
adultos sí.
«Son dos formas de sudor distintas. Es más fácil que el sudor axilar e
inguinal tenga olor, pero depende, sobre todo, de que haya una metabolización por
parte de las bacterias».
Por lo que a veces podría «ser algo tan sencillo» como
una correcta higiene, el uso de antitranspirantes o la utilización de
una crema antibiótica si fuese excesivo», ha relatado la dermatóloga.
«Porque el resto del olor corporal, para que sea intenso y que pueda
afectar a una empresa, tiene que llevar mucho tiempo impregnado para
que haya un metabolismo bacteriano». Y esto ocurre cuando la ropa no
está bien limpia porque las bacterias se han quedado plasmadas en el
tejido.
«Desde un punto de vista patológico un paciente puede sudar más, pero tiene medidas a su alcance para que evitar el mal olor».