Más de cien españoles renuncian cada día a una herencia por los altos impuestos
12 de febrero de 2018
Más de cien españoles renuncian cada día a una herencia por los altos impuestos
El fenómeno proliferó con la crisis, pero no ha remitido con la recuperación: en 2017, récord de renuncias.
A uno de cada diez españoles, heredar no le sale a cuenta y acaba renunciando. Cada vez son más los que optan por rechazar una herencia en España, mientras crece la contestación social contra el Impuesto de Sucesiones, el controvertido mordisco fiscal que las haciendas autonómicas aplican -en mayor o menor grado- a quienes reciben un legado.
Cuando estalló la crisis económica, a partir de 2007, se observó un acusado aumento del número de renuncias a herencias. Lo constataron los notarios y lo reflejan las estadísticas del Colegio General del Notariado. El problema se disparó con la crisis, pero no se ha resuelto pese a que España acumula ya tres años de crecimiento económico.
A las herencias no ha llegado la recuperación. De hecho, en 2017 volvió a crecer el número de españoles que rechazaron una herencia, y el aumento fue considerable. En nueve meses, de enero a septiembre -últimas estadísticas disponibles hasta la fecha- el número de renuncias creció un 11,7% en comparación con el mismo periodo de 2016. El incremento es relevante, más aún si se tiene en cuenta que entre 2007 y 2016 el número de renuncias a herencias ya había acumulado un aumento del 250%.
Ha sido una escalada que aún no ha tocado techo. Cuando menos no en 2017, a tenor de las estadísticas provisionales del último ejercicio. A falta de que se conozcan los datos del último trimestre de 2017, las estimaciones apuntan a que el año pasado fueron más de 40.000 los españoles que renunciaron a hacerse herederos y a pagar el tributo correspondiente.
En 2011 fueron unas 11.000 las renuncias. En 2010 se superaron las 16.000, tres años después se rozaron las 29.000, en 2016 se contabilizaron casi 39.000 y todo apunta a que las estadísticas completas de 2017 superarán las 40.000 renuncias a herencias. De enero a septiembre ya iban 31.692, todo un récord de abultado promedio: cada día, 117 españoles rechazan un legado porque no les sale a cuenta o no tienen capacidad financiera para hacerse con él.
El reto de pagar el impuesto
¿Hay una relación directa entre fiscalidad -Impuesto de Sucesiones- y renuncias a herencias? La coordinadora que lidera las movilizaciones contra ese impuesto no tiene duda: «rotundamente, sí». Tres plataformas regionales que llevan tiempo luchando contra la fiscalidad que mutila las herencias han decidido unirse en una federación nacional para hacer más fuerza. La integran la andaluza Stop Impuesto de Sucesiones, que preside Juan Carlos Valverde; Aragón Stop Sucesiones y Plusvalía, liderada por Francisco Langa; y la asturiana Contra el Impuesto de Sucesiones, encabezada por Álvaro López.
«Hay una relación clara y manifiesta entre el Impuesto de Sucesiones y la renuncia a las herencias, y eso explica que fuera con la crisis, a partir de 2007, cuando se disparó el número de renuncias», explica Juan Carlos Valverde. «Este impuesto, en la práctica, obliga al heredero a recomprar el patrimonio familiar; cuando la crisis apareció y se cerró el acceso al crédito, a cada vez más herederos les resultó imposible financiar el pago del impuesto», indica. El problema se multiplica en caso de herencias con patrimonio inmobiliario pero poco dinero líquido. Más aún en años en los que las propiedades inmobiliarias se depreciaron drásticamente pero, a la hora de tributar por Sucesiones, se enfrentaban a elevadas tasaciones oficiales a efectos tributarios.
«Es abusivo»
«Es un impuesto abusivo, que no tiene en cuenta la capacidad económica del heredero, no cabe la dación en pago, ni el fraccionamiento... Y se dan situaciones tan tremendas como la de herederos que acaban perdiendo el patrimonio por no poder pagar el Impuesto de Sucesiones, pierden las propiedades familiares, acaban adjudicadas a terceros tras ser subastadas por la Administración por mucho menos de lo que valen realmente dichos bienes, y encima llega a darse el caso de que esos herederos siguen acumulando una deuda con su correspondiente hacienda autonómica», afirma Juan Carlos Valverde.
La creciente contestación social hace que la supresión de este tributo se vaya abriendo paso en el escenario autonómico, pero no de forma generalizada, con un ritmo muy desigual y manteniéndose diferencias de presión fiscal tremendamente dispares. «España tiene el dudoso honor de ser, con mucha diferencia, el país de Europa en el que más se paga por heredar», afirma el presidente de la andaluza Stop Impuesto de Sucesiones. Y, dentro de España, «Aragón lidera el ránking», lamenta Francisco Langa, responsable de la coordinadora regional Aragón Stop Sucesiones y Plusvalía. «Tras las bonificaciones a que ha introducido Andalucía, Aragón pasa a ser la autonomía más cara a la hora de heredar», afirma.
Aragón Stop Sucesiones y Plusvalía lleva diez meses recogiendo firmas ciudadanas para exigir la eliminación de estos impuestos. En noviembre ya entregaron 100.000 rúbricas al Justicia de Aragón, desde entonces han recogido otras 40.000 firmas y siguen recabando más para hacer valer su reivindicación.
Andalucía y Cataluña, líderes en herederos frustrados
En cifras absolutas, Andalucía y Cataluña son -con mucha diferencia- las regiones que cosechan más renuncias a herencias. El año pasado, de enero a septiembre, en Andalucía se registraron 6.133, lo que apunta a que en todo el año la cifra habrá rondado las 8.000 renuncias, unas mil más que en 2016. En Cataluña los datos son muy similares: casi 8.000 personas rechazaron hacerse herederas en 2016, y el año pasado la cifra superó esa cifra -de enero a septiembre se contaban 6.116-. En términos relativos, Andalucía también está en el grupo de cabeza de las comunidades con más herencias que se quedan por el camino. En 2016, último año con estadísticas al completo, de cada cien herencias, trece acabaron en renuncia. Asturias, La Rioja y Baleares destacaban también, proporcionalmente, en número de legados rechazados por sus herederos.